Grand Seiko nació el 18 de diciembre de 1960, justo antes de la liberalización de las importaciones de los relojes de pulsera en 1961. Fue el primer reloj de fabricación doméstica que se desarrolló con el objetivo de convertirse en un "estándar mundial". Por lo tanto, tuvo que alcanzar a los relojes suizos, no solo en cuanto a la precisión, factor que evidencia el rendimiento y la calidad de un reloj, sino también en cuanto al diseño: que presentara una esfera fácil de leer, una excelente portabilidad y, además, que causara placer en su propietario.

Al igual que el movimiento mecánico, el diseño de Grand Seiko se vio influenciado por los dos modelos, Lord Marvel y Crown. El reloj Lord Marvel nació de un concepto de diseño centrado en la practicidad, y presentaba agujas y marcadores de hora lisos y brillantes. El Crown, por otro lado, combinaba la búsqueda de precisión con agujas esbeltas para crear una apariencia delicada y elegante. Grand Seiko combinaba estos dos elementos en un diseño que era práctico y refinado al mismo tiempo.

Las agujas y marcadores de hora multifacetados de corte diamante podían elaborarse gracias a la amplia experiencia de Seiko. Los marcadores se situaban sobre una esfera abovedada, cuya elaboración requería un alto grado de habilidad, pero Seiko ya había adquirido las técnicas necesarias en la elaboración de los dos modelos anteriores. También se comenzó a trabajar en el adhesivo para los cristales de acrílico y en la tecnología de enchapado en oro para incrementar la calidad de los detalles. Se utilizó tecnología patentada para soldar las impresionantes y sólidas lengüetas, y aún los detalles más finos se pulieron hasta alcanzar la perfección.

Con la gran popularidad del estilo de vestir "Ivy League", así como los estampados con colores brillantes y las minifaldas, la década de 1960 anunciaba el comienzo de nuevas sensibilidades, libres de las limitaciones del pensamiento ortodoxo en Japón. En los relojes también se comenzó a valorar no solo la calidad del movimiento, sino también la belleza del diseño. El primer Grand Seiko, que combinaba una alta precisión y una elegancia en perfecto equilibrio, era verdaderamente un "reflejo de la época".